Alguna vez dijo un clásico que pocas cosas hacen tanto daño a una Revolución como jugar al izquierdismo.
Aquí los hay de variados tipos, es fácil identificarlos, no saben ubicarse en la vanguardia de la humanidad, se contentan con la estridencia. Algunos son pintorescos, inocuos, son parte del folklore revolucionario. Otros, en cambio, en funciones de dirigentes, son tremendamente perjudiciales, señalan rumbos erráticos. Algunos eyectan medidas absurdas. Veamos.
Nuestros responsables de la orientación científica plantean unas tesis erradas que nos conducen hacia el analfabetismo científico, exponen un antagonismo insensato entre ciencia y “saberes del barrio”, privando así a esta sociedad del conocimiento científico.
Recorren un camino directo al fracaso, es la misma argumentación ideológica que ha taladrado los intentos de formación política del pueblo. Por allí no habrá más logro que la ignorancia.
Declara el ministro del área:
“El desarrollo científico en el país ha dado un salto cuantitativo y cualitativo, más en tiempo de Independencia”.
Simultáneamente afirma que:
“(…) ahora se potencia la ciencia popular, la que es capaz de construir sonrisas en el pueblo y quitarse la toga y el birrete y sentirse humilde, para bajarse de aquella esfera a intercambiar con las culturas ancestrales”.
Pero asimila todo esto sólo al financiamiento, no muestra ningún nuevo hallazgo, no informa de nuevos descubrimientos, creación de revistas o formación de nuevos científicos de primera línea, todo queda en retórica.
El asunto es de vital importancia para una Revolución, podríamos afirmar que sin avance científico, sin ciencia de frontera, no será posible el Socialismo, ni la independencia. Eso lo sabe el imperio, y se roba los cerebros, por eso asesina a los científicos nucleares de Irán. Y nosotros, incautos, hacemos el trabajo de gratis, nos despojamos solitos en este vital terreno.
Los países que han intentado Revolución han prestigiado a la ciencia, esa que ahora llamamos con desprecio, de "bata blanca", de "toga y birrete". En la Unión Soviética y también en Cuba, elevaron la ciencia a niveles de frontera, allá se cuentan por centenares los altos centros de investigación, el Polo Científico de La Habana es ejemplo. La Revolución tiene una carencia en este campo.
Sólo desde estos centros podremos socializar el conocimiento científico, elevar la capacidad de comprensión del pueblo y salir del analfabetismo científico.
El antagonismo entre lo popular y la ciencia es errado, los humildes, los excluidos fueron también despojados de la ciencia. Lo que debemos hacer es darle oportunidad de una formación de primera a esos talentos del pueblo despojado.
La Revolución debe encarar la ciencia de otra manera. Es necesario respetar la adquisición de conocimiento, como un extraordinario esfuerzo, nunca espontáneo, necesita años de dedicación. Debemos prestigiar a nuestros científicos, tanto como se realza a la vinotinto. Los héroes son reflejo del alma de su país.
La actitud de satanizar la ciencia es infantil, nos perjudica a todos, debemos sentirnos orgullosos de los logros en las ciencias, formar centros científicos y potenciar los pocos que existen.
¡Sin Chávez no hay Socialismo, sin Socialismo no hay Chávez!
Fuente: Aponte, A. (2011) "Un Grano de Maíz: La Ciencia y la Vinotinto" Disponible en: http://ungranodemaiz.blogspot.com/2011/08/la-ciencia-y-la-vinotinto-viernes-05-08.html. Visitado el 30 de octubre de 2011
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